Page 19 - Mujeres cumpliendo sueños - Revista
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El Jordán, así se llama el café de su familia. Un sueño
que empezó décadas atrás cuando el café se
despulpaba a mano, en las antiguas Jotagallo y el
café se secaba al sol en los andenes y calles. Hoy con
la tecnificación y la especialización en los diferentes
tipos de café esta realidad ha cambiado y Natalia no
se queda atrás, “mi sueño es exportar nuestro café,
así como lo han hecho otras grandes empresas,
quiero por ejemplo construir una tienda de café El
Jordán en Estados Unidos” cuenta.
“El campo es el recuerdo que De este proyecto Natalia también destaca la
posibilidad de emplear personas mayores,
tengo desde mis abuelos, es que en los trabajos urbanos son difíciles de
donde crecí, donde tengo los ubicar, pero que cuentan con los saberes y
la pasión para trabajar bien el campo, “es
mejores momentos, donde muy bonito que podamos hacer que
jugaba con mis primos y mi muchas personas mayores se sientan
productivas”.
hermano. Y es lo que también
yo quisiera mantener para los Esta es la breve historia de un café pereirano que
que vienen después de mí” Natalia describe como amargo, fuerte y cítrico. El
cuenta con expectativa. Jordán. ¡Atrévete a probarlo!
sus labores de coordinar personal con su empresa de
acabados en concreto, por cosechar café, coger mandarinas,
Detilma, se levanta todos los días hacía sembrar frijoles y recoger huevos. Decisión que tomó junto a
las 6:00 de la mañana, abre las puertas su madre, tras la llegada de la pandemia Covid 19 en el 2020.
de su casa, una finca tradicional, de Lo que era pasar unos cuantos días mientras se superaba la
paredes de bahareque y tejas de barro, crisis sanitaria, se convirtió en su nuevo hogar, uno que le ha
ubicada en la vereda el Retiro del traído diversas aventuras.
corregimiento de Arabia. Con sus pies Detilma, se describe como una mujer luchadora,
descalzos camina hacia el prado, emprendedora, con un talante que la hace fuerte ante las
sintiendo la humedad que deja el rocío adversidades que se presentan al liderar una finca. Además, es
de la noche. Esa sensación que la hace la cuidadora y compañía de su madre, una mujer de 89 años,
sentir viva también amante del olor fresco y característico del campo.
y la recarga de energía, mientras toma Pues allí, las dos respiran vida, respiran tranquilidad.
Con sus ojos cargados de nostalgia deja ver el anhelo que tiene
una taza de café, esa, que con un solo de conservar la finca de su madre, tenerla con variedad de
sorbo evoca el aroma del campo y trae cultivos y cafetales fértiles.
a la mente los momentos mágicos del
compartir con sus abuelos.
Y es que fue, ese aroma, el cántico de los
pájaros, la tranquilidad de vivir en medio de
cafetales, plantas de plátano y guaduales, lo
que hizo que una mujer citadina cambiara